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El agua, un recurso limitado que se nos escapa entre los dedos

Tan solo el 2,5 % del agua del planeta es dulce, apta para el consumo humano.

El 70 por ciento de la superficie de la Tierra está cubierta de agua, lo que nos brinda una idea de abundancia que no es real. Si juntáramos todo el agua del planeta, obtendríamos una esfera de menos de 1.350 kilómetros de diámetro, más o menos la distancia que hay de Madrid a Roma, que comparada con el diámetro de la Luna (3.470 kilómetros) es una cantidad ínfima. En realidad, es solo el 0,023 % de la superficie.

Por otro lado, de los 1.386 millones de kilómetros cúbicos de agua del planeta, el 97,5 % es salada. El resto, 2,5 %, unos 35 millones de kilómetros cúbicos, es agua dulce, apta para el consumo humano. Sin embargo, solo el 0,007 % de esa cifra está disponible. ¿Por qué? Porque toda la demás está congelada en los polos o en los glaciares (el 69,7 %), enterrada bajo la superficie en acuíferos (30 %) o en los ríos y lagos (0,3 %).

La idea de abundancia, entonces, no corresponde a la realidad. De hecho, en las últimas décadas quedó al descubierto justo lo contrario: la escasez del preciado líquido. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) afirma que la escasez del recurso afecta hoy a 4 de cada 10 personas en el planeta y que en 2050, a la vuelta de la esquina, una cuarta parte de la población padecerá la falta crónica de agua limpia.

Una escasez que se incrementará en los próximos años y ahondará males que ya son una epidemia: enfermedades, hambre, desaparición de especies y conflictos para obtener el líquido. En 1979, protagonizada por el reconocido Mel Gibson, se estrenó la cinta Mad Max, que pintaba un futuro apocalíptico marcado por la escasez de agua, petróleo y energía, un escenario que hoy no se antoja tanto como ficción.

Con un agravante: aunque hay 15.000 metros cúbicos de agua dulce por persona a nivel mundial, su distribución es desigual.  Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), América Latina tiene el volumen de agua dulce per cápita más alto: cinco veces más que África al sur del Sahara y Asia oriental, y 20 veces más que Asia meridional y Oriente Medio.

Igualmente, menos del 50 % de la población rural de África al sur del Sahara tiene acceso a una fuente de agua mejorada. Esto se refiere a una conexión dentro del hogar, una fuente pública, un pozo, una fuente o arroyo protegido. Las fuentes no mejoradas, mientras, incluyen a vendedores, camiones cisterna y fuentes o arroyos no protegidos. Un drama del que muchos prefieren hacer caso omiso.

Otra arista del problema es que el 70 % del agua dulce que se extrae a nivel mundial se utiliza en la agricultura para actividades como el riego y el mantenimiento de ganado. Un 20 % adicional se usó con fines industriales y el restante 10 %, en consumo doméstico. Sin embargo, a pesar de las evidencias, el ser humano se niega a cambiar sus hábitos, se niega a tomar conciencia de que el agua NO es un recurso ilimitado.

Y si el agua se acaba, ¿qué?

Ahora, la pregunta que todos los seres humanos deberíamos formularnos es ¿qué pasaría en el planeta si se acaba el agua? Es una posibilidad cierta, ya no una ingeniosa creación de la ciencia ficción. ¿Qué pasaría? Donde no hay agua, no hay vida. Es una realidad que ya experimentamos, que tristemente muchas poblaciones y especies sufren desde hace décadas. Este, sin duda, es el verdadero apocalipsis.

De acuerdo con la NASA y la Agencia Aeroespacial Alemana, para 2050 la demanda de agua se incrementará en un 55 %. Si mantenemos las mismas prácticas del presente, la industria exigirá un 400 % más de agua que hoy; la producción eléctrica, un 140 % más y el uso doméstico, un 130 % más. Estos porcentajes estaban basados en una población por debajo de los 8.000 millones, a la que se llegó en este 2022.

Eso significa que el nivel de estrés hídrico va en aumento paulatino, a ritmo sostenido. En pocas palabras, significa que cada vez hay más demanda de agua y menos agua dulce disponible o, de otra manera, que su consumo se ve restringido por la baja calidad (contaminación). Precisamente, el escenario caótico que fue recreado por la cinta Mad Max, que cada día es más real, más cercano.

Casi dos millones de personas mueren cada año producto de enfermedades provocadas por el consumo de agua contaminada y/o la falta de agua potable. Y, según previsiones de las autoridades, en 2030 se espera que la mitad de la población mundial (unos 4.500 millones de personas en ese momento) viva en áreas en las que no habrá agua suficiente para abastecer la elevada demanda. Y la cifra puede quedarse corta.

Cada año, según estadísticas de organismos acreditados, se consumen 4.000 millones de litros de agua. ¿En qué? En actividades habituales como beber, cocinar, ducharse, preparar café o producir algodón, papel y ropa. A esto hay que agregar una cifra, muy elevada, aunque no cuantificada, correspondiente al desperdicio o a la empleada en actividades como lavar el auto, regar el jardín o lavar la loza.

Parece mentira, pero es la realidad. Veamos una cifras que nos darán una idea de cuánta agua gastamos en lo que hacemos a diario y en producir lo que consumimos? (según estudios de Mesfin M. Mekonnen y Arjen Y. Hoekstra, investigadores de la Universidad de Twente, en los Países Bajos):

Cocinar y beber: 14 litros
Preparar una rebanada de pan: 45 litros
Ducharnos: 48 litros
Fabricar papel, algodón o ropa: 167 litros
Preparar una jarra de café: 840 litros
Producir una hamburguesa: 2.800 litros

El panorama, más que preocupante, es desolador. ¿Por qué? Porque este, de la escasez del agua, es un tema del que se habla desde hace décadas. Es decir, no es un problema nuevo o sobre el que no se hayan realizado investigaciones y estudios científicos. Por el contrario, podría decirse que está sobredocumentado, al tiempo que cada día padecemos las consecuencias de nuestras acciones.

La pregunta es, entonces, ¿hay algo que se pueda hacer para cambiar la tendencia? ¿Todavía es posible hacer algo para evitar que el daño siga creciendo? Por fortuna, sí se puede hacer algo, MUCHO, en realidad. Lo importante es comenzar ya, no esperar a que los gobiernos se pongan de acuerdo o a que el vecino tome la iniciativa: hazlo tú, sé un ejemplo digno de seguir, un modelo para niños y jóvenes.

Estas son algunas de las acciones que es urgente implementar:

1.- Ahorrar agua.
Dicho en otras palabras, comenzar por evitar al máximo el desperdicio del líquido. Que, valga decirlo, no implica para nada perder comodidad o bienestar. Tampoco representa un sacrificio. Se trata, más bien, de ser conscientes de la responsabilidad que nos fue encomendada (la de cuidar el planeta, el único que tenemos) y del privilegio de vivir disfrutar del líquido que, en últimas, es sinónimo de vida.

2.- Educación.
Es muy probable que algunas de las cifras consignadas en este artículo fueran desconocidas para ti. Es normal, tristemente. ¿Por qué? Porque falta educación, porque falta voluntad política para generar información de calidad, difundirla y empoderar a los ciudadanos, a las nuevas generaciones. Comienza por casa: instruye a los tuyos, asegúrate de que no desperdicien el agua, de que ayuden a ahorrarla.

3.- Cambio de hábitos.
Una acción valiosa que va de la mano con la anterior. De nada sirve la educación si no se traduce en acciones efectivas en la práctica. Cerrar los grifos, evitar las fugas, lavar el auto con sistemas secos (que no emplean agua) y reducir el consumo en actividades cotidianas tanto como sea posible son hábitos que, a largo plazo, generan un efecto positivo. Lo importante es que sean prácticas consistentes.

4.- Utilizar la tecnología.
En los últimos años, la tecnología nos ha brindado herramientas que contribuyen tanto a evitar el desperdicio del agua como a racionalizar su consumo. Un ejemplo son los economizadores que se utilizan en duchas y grifos y cuyo precio es muy bajo. También, reducir el consumo de agua caliente, porque para elevar la temperatura del líquido se emplea energía que, vaya ironía, proviene del agua.

Estos son otros consejos sencillos que puedes poner en práctica para ahorrar agua y contribuir a salvar el planeta:

1.- Cambia tus electrodomésticos viejo por unos modernos, con tecnologías limpias
2.- Evita el consumo silencioso: desenchufa los dispositivos eléctricos cuando no los utilices
3.- Cambia las bombillas por unas de tecnología LED que consumen menos y alumbran más
4.- Hazle mantenimiento a tus calentadores para evitar que sean fuente de desperdicio
5.- Regula la temperatura de la casa, para evitar el uso innecesario de calentadores
6.- Apaga la luz. Sí, así de sencillo, apaga la luz cuando salgas de una habitación
7.- Dúchate, en vez de bañarte: es decir, pasa menos tiempo en la ducha
8.- Lava la ropa con agua fría: aprovecha los detergentes fabricados para ello
9.- Cierra el grifo mientras cepillas tus dientes, enjabonas tus manos o te afeitas
10.- Usa menos, dentro de lo posible y razonable, la cisterna del baño

El 70 por ciento de la superficie de la Tierra está cubierta de agua, pero la idea de abundancia no es real. La realidad es que cada día hay menos fuentes de agua dulce y, por ende, menos agua apta para el consumo humano. Si no cambiamos los hábitos, si no somos conscientes de nuestras acciones y, sobre todo, si no tomamos medidas efectivas YA, el escenario apocalíptico de Mad Max pasará de la ficción a la vida real…

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