Con una sencilla acción como hervirla, el agua del grifo ofrece una variedad de ventajas sobre la embotellada.
Hay creencias, muchas, que no por extendidas o arraigadas son ciertas. Una de ellas es pensar que el agua embotellada, esa que nos dicen que es “pura”, es mejor, más saludable tanto para los seres humanos como para el planeta. La realidad es que recientes y múltiples estudios nos han enseñado que no solo no es “pura”, sino que el agua embotellada es altamente contaminante.
Lo increíble es que hace tan solo medio siglo, en los años 70, el agua embotellada era un objeto raro. Hoy, sin embargo, no solo es el producto de mayor crecimiento en el sector de la alimentación, sino que también es, con creces, la bebida más consumida en el mundo. También es uno de los negocios más lucrativos: combina el bajo costo de producción con la facilidad de venta.
Este es uno de esos casos en los cuales el marketing hace su trabajo, un trabajo que, a la postre, resulta sucio, turbio: a través de reconocidas y efectivas fórmulas de persuasión, convence a los consumidores de las bondades, casi milagrosas, del producto embotellado. Y tampoco escatima esfuerzos para embarrar a su competidor de turno, el agua de grifo, que goza de mala fama.
¿Cúal es el problema?
El problema de fondo es que desde hace años los médicos pregonan a los cuatro vientos, en voz alta, que el punto de partida de una alimentación saludable es el consumo de agua. La teoría, que rápidamente se convirtió prácticamente en una ley, era consumir dos litros diarios, pero hoy se sabe que no existe ningún sustento científico. De hecho, se cree que, más bien, es perjudicial.
En efecto, se considera que esa recomendación puede ser excesiva para un adulto sano, que vive en un clima templado y pasa la mayor parte de su tiempo sentado en una oficina. Además, podría ser más perjudicial que beneficiosa si se tiene en cuenta el riesgo de una eventual hiponatremia (bajos niveles de sodio en sangre), potencialmente peligrosa. Y no hay que olvidar lo sicológico.
¿Eso qué quiere decir? Las personas que siguen al pie de la letra esta recomendación, beben al menos dos litros al día y no rebajan de peso, exhiben altos niveles de frustración. Y, la otra cara de la moneda: hay situaciones en las que se deberían recomendar mayores cantidades de líquido que la mencionada, como enfermos con cálculos renales y quienes realizan un esfuerzo físico extremo en ambientes cálidos.
Y cada vez son más los artículos científicos, investigaciones e, incluso, libros que desmitifican este mito. Y no hace poco: desde 2002. Ahora, otra arista del problema, que en muchas ocasiones pasa por encima de la delgada raya de lo ético: buena parte de los estudios que afirman que vivimos deshidratados por falta de consumo de agua son subvencionados (patrocinados) por los mismos actores.
Es decir, las multinacionales que producen el agua embotellada se dan mañas para conseguir, por lo general a través de filiales (para salvar su imagen en caso de un escándalo), que se publiquen ‘informes o publicaciones científicas’ (que de eso tienen poco o nada) respaldando sus tesis, sus postulados. Es decir, en palabras simples, apoyando y defendiendo sus intereses económicos.
Entonces, los ves en los eventos deportivos, en las carreras atléticas, en actividades escolares o en otras relacionadas con la buena salud, con hábitos saludables, que les sirven para promocionar sus productos. La verdad, la realidad, está tras bambalinas de estas generosas campañas y ciertamente nada tienen de cristalinas: son estrategias muy bien maquilladas que nos inducen al error.
El error de creer que el agua de grifo no es saludable.
Es cierto que hay muchos lugares, países, en los que no debes tomar el agua directamente del grifo. Antes de consumirla, necesitas hervirla para evitar una eventual intoxicación o, así mismo, eliminar sólidos y bacterias. Es un procedimiento que dura pocos minutos, pero evita posteriores dolores de cabeza (o estómago).
Ahora, si esta sencilla opción no te deja satisfecho, si no disipa todos tus temores, bien puedes hacer uso de algún filtro o purificador de agua. En el mercado hay múltiples alternativas que se adaptan tanto a tu necesidad específica como a tu presupuesto. Hay distintos tipos de filtros: de carbón activado, de intercambio iónico, de cerámica, de luz ultravioleta y de ósmosis inversa.
Y en honor a la verdad, vale decir que el agua del grifo NO es gratuita: tú pagas el consumo (y el desperdicio), porque gratis no hay nada en este mundo. Sin embargo, y esto es lo que en verdad importa, el costo del agua del grifo es muy inferior al de la que viene embotellada. Y de dos formas: primero, es entre 100 y 1.000 veces más barata y segundo, lo mejor, ¡no contamina!
Porque, no es un secreto para nadie, detrás de cada botella de agua purificada que compras en la tienda o el supermercado hay un daño casi irreparable para el medioambiente y el planeta. Todos lo sabemos, incluidas las marcas productoras, pero detrás hay un negocio muy lucrativo: las ventas de agua embotellada se estiman en casi 270.000 millones de dólares al año, una cifra tentadora.
La región Asia-Pacífico constituye cerca de la mitad del mercado mundial de agua embotellada, y los países del Sur Global juntos, cerca del 60 %. EE. U., China e Indonesia representan la mitad del mercado mundial. Alemania es el mayor mercado en Europa; México, en América Latina y el Caribe y Suráfrica en África. Singapur y Australia son líderes en ingresos y en volumen de agua embotellada vendida per cápita.
¿La otra cara de la moneda, el precio que pagamos todos?
La contaminación plástica asociada al agua embotellada, teniendo en cuenta que el mundo genera actualmente unos 600.000 millones de botellas de plástico que suponen aproximadamente 25 millones de toneladas de residuos plásticos. Botellas de un solo uso que no se reciclan: se eliminan en vertederos o como residuos no regulados.
Las estimaciones realizadas por diversas organizaciones no gubernamentales sugieren que menos de la mitad de lo que el mundo paga anualmente por el agua embotellada bastaría para garantizar el acceso al agua potable del grifo a cientos de millones de personas que carecen de ella, durante años. En otras palabras, el agua del grifo es también el pasaporte a una nueva vida para muchos.
Otra arista del problema: la principal fuente de agua envasada es el agua subterránea. En Estados Unidos, solo Nestlé extrae tres millones de litros diarios de Florida Springs (con notable polémica). En Francia, Danone extrae hasta 10 millones de litros diarios de Evian-les-Bains, en los Alpes franceses. En Alemania, Italia, Reino Unido, Canadá e Indonesia, entre el 70 % y el 85 % del agua envasada es subterránea.
En su carrera por lavar la cara de su oscuro negocio, las marcas echan mano de la extracción de agua, una práctica que contribuye al agotamiento de los recursos hídricos subterráneos. Mientras, más de 2.000 millones de personas dependen de las aguas subterráneas como fuente primaria de agua y más de la mitad del agua de riego utilizada para cultivar alimentos se extrae de los acuíferos.
Cada minuto se vende más de un millón de botellas en el mundo (según Plastics Europe 2020) y con la eliminación de las botellas de un solo uso surge la cuestión de la contaminación por plástico. Esto supone un grave problema, ya que los materiales plásticos pueden tardar hasta 1.000 años en degradarse. En la actualidad, se producen unos 400 millones de toneladas de residuos plásticos al año).
El plástico utilizado por la industria del agua embotellada es principalmente tereftalato de polietileno (PET), que representa el 5,5 % de la producción mundial de plástico. El PET está hecho de un polímero termoplástico procedente del petróleo y, cuando se calienta, puede moldearse fácilmente en cualquier forma. Esto ha contribuido al auge de los productos de botellas de plástico de un solo uso.
¿Qué hacer para frenar el impulso de las marcas y la producción de agua embotellada?
1.- Decir no, al agua en botella, aunque no sea de plástico. Decir sí al agua del grifo, que puedes purificar a través de diversos filtros o, simplemente, hirviéndola durante unos pocos minutos
2.- Desenmascarar a las marcas que, desde hace décadas, nos mienten son su ‘agua purificada’ y esconden el daño ecológico provocado por sus prácticas habituales del proceso de producción
3.- Exigir a los gobiernos leyes más claras y precisas, y de las autoridades sanitarias controles efectivos, para evitar tanto el engaño del consumidor como el daño a su salud y al planeta
4.- Informarse adecuadamente, teniendo cuidado en que detrás de las fuentes consultadas no se escondan las marcas productoras de agua, agazapadas para evitar que se les dañe el negocio
5.- Cambiar los hábitos, especialmente en casa, y educar a las nuevas generaciones para que no compren agua embotellada y privilegio el consumo de agua del grifo, con los cuidados requeridos
Los productores de agua embotellada tienen un incentivo financiero para ampliar sus mercados. También disponen de recursos ilimitados para campañas de marketing, y el aval de los medios de comunicación que reciben su publicidad. Como en otros campos, se trata de perversas alianzas que, tras las frases bonitas y los videos inspiradores, esconden el verdadero y único propósito: el dinero.
La realidad es que NO necesitamos el agua embotellada. La alternativa al agua envasada es el agua de grifo y de fuentes públicas. Ya sea que la consumas en casa o en algún otro lugar, cuando trabajas o mientras practicas deporte, llévala en botellas ecológicas reutilizables. Te sugerimos, así mismo, no endulzarlas con azúcar o edulcorantes: mézclalas con hierbas aromatizantes naturales.