
¿Recuerdas cuando, de la mano de papá y mamá, diste tus primeros pasos? Un momento de inmensa felicidad que jamás se borrará de la memoria. ¿Y cuándo aprendiste a bailar? Quizás fue tu hermano mayor el que te guio por la pista improvisada del living de la casa. Y, si rebobinas la memoria, así sucedió cientos de veces, miles de veces, a lo largo de tu vida.
Desde que somos niños, nos enseñan a valernos por nosotros mismos. Y está bien, solo que a veces traspasamos esa delgada y casi imperceptible línea que hay entre lo conveniente y lo inadecuado. ¿Por qué? Porque asumimos que podemos hacerlo todo solos, que debemos hacerlo todo solos, y no es así: siempre, absolutamente siempre, necesitamos de los otros.
De la misma forma en que los otros necesitan de nosotros. Porque, no podemos olvidarlo, la esencia del ser humano es ser social, es decir, estar rodeado de sus semejantes. Sin embargo, en la práctica, en la vida real, en muchos ámbitos nos dedicamos a cultivar un individualismo que, por lo demás, nos hace daño. Nos sucede en la familia, en el trabajo, en las relaciones.
Una de las habilidades más preciadas de los últimos años en el campo laboral es el networking. ¿En qué consiste? En construir relaciones duraderas de intercambios de beneficios. Está claro que sobrepasa los límites de las empresas y lugares de trabajo y se acuña también en las relaciones personales, en las sentimentales. De hecho, en todas necesitamos el networking.
Esta es una habilidad de la que todos los seres humanos disponemos, solo que algunos la desarrollamos más que otros, o lo hacemos antes. Recuerda, por ejemplo, que en la infancia había niños que tenían mayor facilidad para hacer amigos, mientras que a otros les costaba más eso de ser sociables o desenvolverse en grupos. Una forma primaria de networking.
Primaria porque era intuitiva, inconsciente, y la clave de una buena estrategia de networking (¡sí, es una estrategia!) es que sea consciente, que puedas tener control sobre ella. El punto de partida del networking son dos valores fundamentales del ser humano: la confianza y el respeto. Si alguno de ellos falla, la relación se distorsiona o, peor, se rompe el vínculo.
Una premisa fundamental del networking es que se trata de un camino de doble vía, de ida y vuelta: consiste tanto en dar como en recibir y, algo muy importante, tiene que ser recíproco. No es que sea indispensable un equilibrio 50/50, porque es muy difícil, pero sí debe haber un vaivén, como el de las olas sobre la playa, en el que a veces damos más, a veces recibimos más.
Otra característica del networking es que no lo podemos concebir como un compromiso. ¿Eso qué quiere decir? Que, si yo doy, de manera consciente y voluntaria, no significa que la persona que recibió lo que ofrecí esté obligada a retribuirme, a responderme. Alguien debe dar el primer paso sin esperar nada a cambio: si es algo valioso, ya llegará la recompensa.
En cambio, una vez se ha establecido el vínculo de confianza y respeto mutuo, el networking es colaboración. Cada una de las partes pone a disposición del otro lo que sabe, su experiencia, sus dones y talentos y, juntos, trabajan en procura de un objetivo común que, a la larga, se traduce en beneficios comunes. En un buen networking, la unión es la que hace la fuerza.
Ahora, hay que tener algo importante en cuenta: a diferencia de lo que muchas personas han asumido, especialmente en el ámbito laboral, networking no significa hacer amigos. La empresa no es un club social, más allá de que un buen ambiente es indispensable. En otras palabras, no necesitas ser el mejor amigo de tu compañero para que haya networking.
De lo que se trata es de conseguir aliados que te ayuden a cubrir tus debilidades y que, a la vez, te permitan potenciar tus fortalezas. Por eso, precisamente, el buen networking es la base del éxito de los equipos que trabajan en armonía, de los grupos en los que el ego no tiene cabida, de las empresas cuyo capital humano está unido por un propósito y por una misión.
También es menester restarle peso a una creencia muy popular en el ámbito laboral: que el networking solo sirve para conseguir empleo. Quizás sea el objetivo básico o más común, pero no es el único. Una vez la persona ingresa a la organización, requiere una estrategia de networking para hacerse un lugar, para generar confianza y ganarse el respeto de sus compañeros.
Otro error habitual, en especial de las personas que acaban de entrar a una organización, es aquel de creer que su prioridad es hacer networking con el jefe. Esa es una actitud equivocada que, además, despierta antipatía en el resto del grupo y que puede provocar que ese novato no tenga una estadía agradable en esa empresa. Sin duda, esa no es la estrategia conveniente.
Un ejemplo: cuando conoces a una persona y comienza el proceso de conocimiento mutuo, de enamoramiento, no basta conque seas muy especial con ella. También debes serlo, de manera genuina, por supuesto, con su familia, con sus padres. Hay una popular frase que describe a la perfección el networking: “Recuerda que no te casas con ella, te casas también con su familia”.
Está claro que sí es networking y qué no es. Ahora, entonces, abordemos la tarea: ¿qué beneficios se obtienen al establecer sólidas relaciones de intercambio de beneficios en la empresa? ¿Qué debo hacer para que el networking me ayude a destacarme y crecer en la organización? No hay fórmulas mágicas, ni libretos perfectos, pero estos consejos te servirán:
1.- Se tú mismo.
Ser auténtico, honesto y empático es imprescindible para un buen networking. Solo así podrás darte a conocer, llamar la atención de otros. No tienes que ser perfecto, tienes que ser tú. Ten en cuenta, eso sí, que no les caerás bien a todos, pero ese no es problema tuyo, sino de ellos.
2.- Muestra autoridad.
Cuando una persona ingresa a una organización, por más credenciales que exhiba, debe mostrar que conoce su labor, que es experto en su área de conocimiento. El networking te ayudará en esta labor si sabes construir un mensaje positivo que derribe las prevenciones.
3.- Establece qué quieres.
Ninguna estrategia de networking te dará resultado si antes de comenzar no sabes qué quieres conseguir. Establece un objetivo claro, medible, con metas a corto, mediano y largo plazo. Fija un plan y síguelo juiciosamente, celosamente. No es una camisa de fuerza, sino un camino.
4.- Sé propositivo.
Las organizaciones, tristemente, están llenas de personas que se limitan a respirar, a cumplir con lo que les ordenan, y las que están inconformes con todo. Deja el miedo y da tu opinión si crees que es pertinente, si estás convencido de que puedes aportar algo valioso al grupo.
5.- Ten mentalidad abierta.
Nada más incómodo y perjudicial para la armonía de un grupo que la llegada de una persona con mentalidad cerrada, de aquellas que solo ven problemas y son especialistas en esgrimir objeciones. Abre tu mente y date permiso de aprender, y evita ser el palo en la rueda.
6.- Sé abierto a las críticas.
Por más conocimiento que poseas, por más experiencia que acredites, por más logros que hayas conseguido, todos en algún momento vamos a ser criticados. Escucha con atención, sin discutir, sopesa las opiniones y responde solo cuando sea estrictamente necesario.
7.- Aprende constantemente.
Nunca se deja de aprender, esa es la realidad. Menos, cuando eres nuevo en una empresa y desconoces por completo los procedimientos, los procesos, las metodologías. Aprovecha para aprender algo nuevo, retador, que sea complementario a tu especialidad y la potencie.
8.- Desarrolla habilidades distintas.
El ser humano es un diamante en bruto que nunca termina de pulirse. Siempre, además, está en evolución. Hoy, en el ámbito laboral, algunas de las habilidades mejor valoradas son la comunicación y el trabajo en equipo. Sin embargo, no te quedes con ellas: hay otras más.
9.- Sé paciente.
Una de las actitudes que provocan que tu presencia en la empresa no sea del todo agradable para los demás, o que genera resistencia, es el afán por ascender, el desmedido interés por un ascenso exprés. Sé paciente: todo lo bueno en la vida llega a su debido tiempo. ¡Sé paciente!
10.- Escucha con atención.
Esta es otra de las habilidades clave para que tu estrategia de networking sea exitosa. Deja de hablar (en especial si es de ti) y escucha más, escucha con atención y con genuino interés. Así podrás conocer a tus compañeros, saber cómo es la organización y generarás empatía.
11.- Aprovecha los eventos presenciales y virtuales.
Son los escenarios clásicos para hacer networking. Cuando sepas que vas a ser parte de alguno de ellos, prepárate. No se trata de ser el centro de atención, sino de saber que quizás no sea fácil volver a estar con algunas de esas personas. Sé proactivo, sin convertirse en una molestia.
12.- Capitaliza las oportunidades.
Por lo general, no son las personas más capacitadas las que reciben los beneficios en las empresas, sino aquellas que saben aprovechar las oportunidades que se les presentan. No es una competencia, por supuesto, pero si quieres el premio mayor, ¡ve por él con decisión!