En casa, con hábitos sencillos y decisiones acertadas, no solo ahorrarás dinero: tu salud y el planeta lo agradecerán.
A veces, muchas veces, elegimos no hacer nada convencidos de que cualquier acción que emprendamos será insuficiente o, peor, inútil. Sin embargo, se trata de una creencia equivocada que en la práctica se traduce en silenciosa complicidad con males que nos afectan a todos. Quizás olvidamos que las grandes transformaciones son resultado de la sumatoria de pequeños aportes.
Lo irónico, lo doloroso, es que la realidad nos demuestra que esa inacción, esa indiferencia, esa indolencia de los seres humanos, son el origen y el caldo de cultivo de los principales males que lo aquejan a él y su entorno. ¿Un ejemplo? Mejor, dos: la crisis alimentaria, que padece al menos el 10 % de la población mundial, y el cambio climático. Somos causantes y promotores del problema.
Sin embargo, también podemos ser parte de la solución. La realidad es que, a partir de la sumatoria de pequeños aportes, efectivos, es posible detener, o al menos ralentizar, el avance de estos males que cobran miles de vida cada año y que, lo peor, tienen en jaque al planeta. Es tan fácil, y tan difícil, como desaprender los malos hábitos y aprender los que aportan la solución.
El problema, ¿sabes cuál es el problema? Que desde siempre (hay registros que indican que fue hace 12.000 años), el hombre acudió a la agricultura como fuente de alimentación. Se trataba de suplir una necesidad (no depender exclusivamente de la caza), pero con el tiempo se transformó en un negocio multimillonario. Multimillonario y, tristemente, dañino para el planeta y quienes lo habitamos.
Hoy, en pleno siglo XXI, y a pesar de las evidencias del año provocado, dependemos de un sistema alimentario que es responsable de un tercio de los gases de efecto invernadero a nivel global y de que el 40 % de la población mundial no pueda acceder a una dieta digna. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más del 10 % de la población mundial (mil millones de personas) padece hambre.
Peor aún, desechamos alrededor de una tercera parte de los alimentos producidos para el consumo humano –lo que equivale a la producción del 28 % de la tierra cultivada en el mundo–. Así mismo, alrededor del 75 % de la diversidad genética de los cultivos agrícolas se perdió durante el siglo XX y solo en España hay 90.000 muertes al año se asocian a dietas inadecuadas.
La realidad es que millones de personas consumen alimentos que no son saludables, y que al tiempo afectan al medioambiente y al planeta, simplemente porque son baratos. Es decir, son los únicos alimentos a los que pueden acceder. Por eso, no es fácil cambiar los hábitos. Para colmo, la mayoría de los países no lleva estadísticas al respecto, quizás para no asumir la responsabilidad.
La verdad es que cada día son más los hogares que no pueden llevar un plato de comida a su mesa. Es un problema estructural que requiere acciones radicales inmediatas. La transformación de la alimentación nos enfrenta a decidir cómo queremos vivir, en qué planeta queremos hacerlo. Es momento de construir ese futuro en el que esté garantizada una alimentación sostenible.
Lo primero que hay que aprender es que debemos volver al punto de partida. ¿Sabes cuál es? Que la Madre Tierra nos provee todo, absolutamente todo, lo que requerimos para alimentarnos bien. Y, de paso, para mitigar los efectos de la contaminación y el daño ambiental.
Opciones para alimentarse saludablemente y a bajo costo:
1.- Elige lo natural. Sí, lo que la Tierra nos brinda, que es TODO, absolutamente todo, lo que necesitamos. Los alimentos de origen vegetal aportan más nutrientes, fibra y antioxidantes que los de origen animal y además disminuyen el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, cáncer o diabetes tipo 2. Así mismo, nos ofrecen una gran variedad, en temporada y todo el año.
La clave: consume las frutas enteras (mejor que en zumo) para aprovechar sus vitaminas
2.- Bebe agua. Procura eliminar las bebidas azucaradas o energizantes, así como el alcohol. Si el sabor te hace falta, mézclala con infusiones naturales como té, yerbabuena, menta o la que más te guste. Hidrátate todo el día, sin esperar a que el desgaste por el ejercicio o la temperatura se manifiesten. Si hace frío, hay muchas infusiones naturales que te aportarán lo que requieres.
La clave: usa vasos o botellas térmicas ecológicas como Bevu® y evita los plásticos de un solo uso
3.- Prefiere los cereales integrales. Estos te aportan más fibra, que es indispensable para una buena alimentación y contribuyen al tránsito y la flora intestinal. Además, disminuyen el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Cuando son integrales de verdad, tienen la virtud de saciar tu hambre por varias horas, así no caes en la tentación de ‘picar’ entre las comidas.
La clave: si los aderezas, procura que sea mantequilla baja en grasa (sin sal) y dulce sin azúcar
4.- Aceite, sí, pero de oliva. Y, sobre todo, que en la etiqueta claramente diga que es de extracción en frío (que es el verdaderamente saludable). ¿Lo mejor? Que contribuye a subir los niveles del colesterol bueno (HDL-colesterol) y, por ende, disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Es el ingrediente fundamental de la dieta mediterránea, que es muy saludable.
La clave: en algunos casos, para variar, puede utilizar aceite de coco (mejor, el virgen extra)
5.- ¿Snacks? Saludables, sí. Este es uno de los hábitos que suele echar a perder lo que ganas en las comidas. Es decir, de nada te vale cuidarte al desayuno, el almuerzo y la cena si en estos ratos entre comidas consumes lo que no debes. Elige frutas enteras, queso no grasos, frutos secos (hay una gran variedad, prefiérelos sin sal ni azúcar) y elimina, sí o sí, toda la bollería industrial.
La clave: prepáralos en casa y llévalos al trabajo o al gimnasio, así no caes en tentaciones
6.- Planifica tus compras. Uno de los errores más comunes es ir a la tienda o al supermercado sin un plan establecido. ¿Por qué? Porque las emociones te llevan a caer en tentaciones de productos que no son saludables. Cuando llevas un listado con lo que necesitas, estrictamente, es más difícil ceder a esos impulsos. Asegúrate de adquirir aquello que te brinde una alimentación balanceada.
La clave: compra estrictamente lo que necesites para una-dos semanas: evitas el desperdicio
7.- Aprovecha las temporadas. Si bien no en todos los países hay estaciones, y en algunos otros hay productos que se consiguen a lo largo del año, privilegia y aprovecha las temporadas. No solo es una buena forma de ahorrar, porque hay abundancia y los precios suelen bajar. Además, por lo general son muy sabrosos, variados y, lo mejor, amigables (respetuosos) con el medioambiente.
La clave: procura elegir aquellos que son de producción local, así ayudas a los cultivadores
8.- Cocina en casa. Es la mejor estrategia para conseguir una alimentación saludable. Claro, siempre y cuando tus hábitos de preparación… ¡sean saludables! En casa puedes controlar la cantidad de ingredientes, así como la condimentación (que suele ser otro problema). Prepara por lotes y congela (batch cooking), así evitas caer en la tentación de pedir comida a domicilio.
La clave: para llevar tu comida, te recomendamos los productos Bentgo® Stay Fresh
9.- Hervido y cocido, mejor. Opta por alimentos crudos que, además de ser más sanos son más económicos. Y si son cocinados, mejor hervidos o cocidos que fritos. Di sí a las sobras. No tengas miedo a hacer comida de más, ya que si la conservas bien puedes aprovecharla después. Ahorras tiempo y reduciendo la energía empleada para cocinar. Su preparación suele ser muy rápida.
La clave: la olla a presión es tu mejor aliada en la cocina para reducir consumo de energía
10.- No desperdicies: ¡comparte! A nivel global, según la ONU, aproximadamente el 13 % de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma el hecho de que en torno al 17 % de la producción total de alimentos se desperdicia en hogares, restaurantes y y comercio al por menor. Si no vas a consumir, ¡comparte! Muchas personas lo agradecerán.
La clave: está pendiente de la fecha de vencimiento de los productos, así evitas que se dañen
Esperar a que otros “hagan la tarea”, en especial los gobiernos y autoridades, no te quita la responsabilidad de tus actos, en especial cuando tus hábitos no son saludables, y el placer de contribuir a mitigar el mal provocado al planeta, al medioambiente. Te invitamos, de la misma manera que en IOCA Group lo hicimos hace años, des un paso adelante y seas parte de la solución.
La alimentación sostenible, créelo, es el camino para hallar la solución a varios de los problemas más graves de la humanidad, del planeta y de las demás especies que lo habitan. La educación es el punto de partida, pero la clave está en los hábitos del día a día. Una buena alimentación, así mismo, potenciará tu salud y, lo mejor, te permitirá disfrutar los placeres y beneficios de la vida.