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¡Feliz Día de San Valentín!, la fiesta del amor, el idioma universal

El Día de San Valentín es la celebración del amor, el único idioma universal. En su origen, fue una fiesta pagana.

¿Inglés? ¿Chino mandarín? ¿Árabe? ¿Francés? ¿Español? ¿Hindi? ¿Ruso? ¿Cuál crees que es el idioma más hablado del mundo? Según el portal Statista.com, dato de 2021, más de 1.452 millones de personas hablan inglés, mientras que hay 1.120 millones de chino mandarín. El tercer lugar es para el hindi, con 602 millones, y el español ocupa el cuarto, con 548 millones.

Hay quienes, además, tienen el privilegio de hablar más de uno de estos idiomas. Lo curioso, en el caso del inglés, es que solo 379 millones son nativos, es decir, personas que nacieron en países donde ese es el idioma oficial. Para los restantes 1.073 millones, el inglés es la segunda lengua, por lo que no es equivocado decir que es el idioma más popular en el planeta.

Sin embargo, no es el inglés un idioma universal. Ese privilegio le corresponde al… amor. ¡Sí, al amor! Que, está bien, no es un idioma en el sentido formal, sino un sentimiento. Pero uno que expresamos, que sentimos todos los seres humanos, independientemente del país en el que hayamos nacido, de la edad, del sexo, del nivel educativo. ¡El amor es el idioma universal!

¿Una prueba? Está presente en canciones, poemas, novelas, películas, pinturas, fotografías o cualquier otra forma de expresión. Y, por supuesto, en la vida real. Lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que todos los seres humanos, absolutamente todos, nacemos con una capacidad ilimitada para dar y recibir amor, para sentir y expresar el amor. ¡Eso nos hace únicos!

El diccionario nos ofrece las siguientes definiciones: “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. O Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.

Hay otras acepciones más y, si consultas páginas relacionadas con la psicología o temas como el desarrollo personal, encontrarás algunas otras. Que, por supuesto, no son excluyentes, sino complementarias. Porque, y esta es otra de las características del amor, a pesar de ser uno de los sentimientos más estudiados, es también uno de los menos entendidos. ¿Qué piensas?

¿Qué es el amor?

Inspiración y sufrimiento, pasión y ansiedad, confianza e incertidumbre, desdicha e ilusión. Es una perfecta contradicción, pero también, quizás lo sabes, quizás lo has experimentado, es la fuerza más poderosa del universo. Por amor, en nombre del amor, se han desatado guerras, han claudicado reyes y, algo maravilloso: se han producido milagros.

“Donde hay amor, hay vida”, dijo Mahatma Gandhi. De hecho, estamos aquí en este mundo fruto del amor de dos personas, de nuestros padres: nuestra vida es un acto de amor, una bella manifestación del amor. Todo lo que hagas por amor, en aras del amor, saldrá bien, dejará huella y, quizás lo has vivido, la vida lo recompensará de mil y una formas increíbles.

Y es gracias al amor, a la magia del amor, que nos enamoramos. Que, salvo mejores opiniones, es el estado ideal de la vida. Un sentimiento especial, único, al punto que está presente en canciones, poemas, novelas, películas, pinturas, fotografías y en muchas otras formas de expresión. Por ejemplo, en la canción Estar enamorado, de Manuel Alejandro, interpretada por Raphael:

“Estar enamorado es, descubrir lo bella que es la vida

Estar enamorado es, confundir la noche con los días

Estar enamorado es, caminar con alas por el mundo

Estar enamorado es, vivir con el corazón desnudo

Estar enamorado es, ignorar el tiempo y su medida

Estar enamorado es, contemplar la vida desde arriba

Estar enamorado es, divisar la estrella más pequeña

Estar enamorado es, olvidar la muerte y la tristeza

Estar enamorado es, ver el mar con árboles y rosas

Estar enamorado es, escuchar tu voz en otra boca

Estar enamorado es, respirar el aire más profundo

Estar enamorado es, confundir lo mío con lo tuyo”.

Según la ciencia, cuando nos enamoramos en el cerebro se activan las regiones relacionadas con la recompensa y la motivación: el hipocampo, el hipotálamo y el córtex del cíngulo anterior. Siempre nos han dicho que el amor está conectado con el corazón, pero la verdad es que el órgano que lo controla es el cerebro. Desde allí se manejan sus manifestaciones.

El asunto, sin embargo, no termina ahí. La oxitocina y la vasopresina, producidas bajo el efecto del enamoramiento, estimulan la liberación de dopamina y generan sensaciones placenteras asociadas con la persona amada, su presencia y sus recuerdos. Es por eso, justamente, que nos sentimos felices cuando nos enamoramos, cuando estamos al lado de la persona amada.

Lo que a veces nos cuesta entender es que ese coctel de respuestas automáticas del cerebro son también la razón por la cual nos sentimos tan mal, deprimidos, cuando sufrimos un rechazo o una ruptura emocional, o la pérdida de una persona cercana. ¿Por qué? Porque el amor es una experiencia afectiva que involucra una gran variedad de emociones y factores.

¿Por ejemplo? Intimidad (construcción de un vínculo), pasión (admiración por el otro y deseo, no solo físico), sexualidad, cariño, compromiso, responsabilidad, ilusión, respeto, fidelidad, en fin. Por esta razón solemos decir que “el amor es complicado”. Y sí, ¡es complicado! Tanto como queramos. Y también puede ser algo maravilloso que haga que la vida valga la pena.

Ahora, hay otro aspecto importante que no podemos olvidar: el amor, en esencia, consiste en crear un nosotros, con tu pareja, con las personas de tu entorno cercano. Si bien hay una manifestación del amor centrada en la persona, el amor propio, la esencia es colectiva. El amor, en otras palabras, es el suelo fértil en el que crecer la semilla de una relación.

El amor supone entrega, pero sin perder la identidad. El amor, así mismo, es compartir, es aprender, es descubrir. El amor no entiende de idiomas, colores, ideologías, edad o sexo. Como se mencionó antes, el amor es el único idioma universal y un sentimiento muy especial. Tanto, que desde hace siglos se estableció una fecha especial para celebrar a los enamorados.

Sí, el Día de San Valentín. Una celebración universal, aunque la fecha y la denominación cambian de acuerdo con el país. Como es habitual en estos casos, es prácticamente imposible determinar el punto de partida. Una sencilla búsqueda en internet te permitirá establecer que hay múltiples versiones, algunas contradictorias, así que hay que acogerse a la más popular.

Un poco de historia

Esta nos dice que la fiesta de San Valentín fue un festival romano que duraba tres días, conocido en aquella época como Lupercales. Era una fiesta pagana, del pueblo, en la que se rendían honores a los dioses de la fertilidad y se caracterizaba por el desenfreno de los jóvenes. Se realizaba a mediados de febrero, justo con el comienzo oficial de la primavera.

Cuenta la leyenda que durante el festival los hombres jóvenes elegían al azar el nombre de una chica que, por tres días, debía ser su novia. Muchas veces, inclusive, esos encuentros amorosos terminaban en matrimonios. Aquella celebración tomó fuerza y cada vez se hizo más popular, por lo que entró en conflicto con la prédica de la entonces muy conservadora iglesia católica.

Por eso, en el año 494 d. C. el papa Gelasio se dio a la tarea de tratar de quitarle el rótulo de pagana a la celebración y la asoció con el nombre de San Valentín. Además, decretó el 14 de febrero como la fecha del homenaje. Lo que no se sabe es a cuál de los tres san valentines del momento se refería, si al romano converso, al obispo o al mártir del norte de África.

A Estados Unidos, el país donde la tradicional celebración echó raíces profundas, se dice que llegó en el siglo XIX de la mano de los migrantes británicos. La costumbre consistía en enviar postales románticas en forma de corazón (llamadas valentinas) a los enamorados con poemas o dibujos románticos. Se vendían a precios muy bajos en las tiendas y eran muy populares.

Originalmente, eran los hombres los que debían regalar a sus enamoradas, pero con el paso del tiempo se hizo costumbre que ellas también festejaran a sus amores. Rosas, chocolates y velas eran los presentes más frecuentes, al tiempo que durante ese día se celebraban fiestas y cenas a lo largo y ancho del país. La tradición, además, pasó a las escuelas y colegios públicos.

En 1969, después de la celebración del Concilio Vaticano II, el Día de San Valentín dejó de ser una fiesta del calendario eclesiástico. ¿El motivo? No hay certeza del origen del homenaje y, además, este nunca pudo ser desligado de su carácter pagano, del pueblo. Que lo celebra todos los años, en muchos lugares el 14 de febrero y en otros parajes, en distintas fechas.

La verdad es que no importa si es una fiesta pagana o no, si se celebra el 14 de febrero o algún otro día, si se lo restringe a los enamorados o, como sucede en gran parte de Latinoamérica, se le uno a los amigos, a la amistad. Como dijo el filósofo chino Lao-Tse, “Amar profundamente a alguien nos da fuerza. Sentirse amado profundamente por alguien nos da valor”.

El amor es la fuerza más poderosa del universo y también el único idioma universal. Todos, absolutamente todos los seres humanos, somos fruto del amor y la misión que nos ha sido encomendada en este planeta consiste en dar y compartir el amor. Un sentimiento que está presente por doquier: en la música, en la literatura, en la naturaleza, en la imaginación.

Amar, expresar el amor y sentir sus distintas manifestaciones, es el mayor acto de valentía que realizamos. El amor es la fuerza más poderosa del universo, pero también es la mayor de nuestras debilidades. Lo cierto es que todo lo que haces con amor, lo que haces por amor, la vida te lo recompensa de mil y una formas diferentes, a través de mil y una bendiciones.

Moraleja

El amor, tanto como el ser humano, no es perfecto. Es amor, simplemente. Una fuerza muy poderosa, un lenguaje universal y un privilegio que nos fue concedido a los seres humanos. No es necesario comprenderlo para disfrutarlo, ni racionalizarlo para sentirlo. Es un espíritu libre al que hay que dejar volar a su libre albedrío, porque solo de esa manera cobra sentido.

Cualquiera sea la manifestación del amor que llene tu corazón, por tu pareja, por tu familia, por tus hijos, por tus amigos, agradécela y disfrútala. Sobre todo, compártela porque así este misterioso sentimiento se multiplica, se potencia y, a la vez, te engrandece. Somos fruto del amor y el mejor legado que podemos dejar es aquel se sembrar amor en el corazón de otros.

¡Feliz Día de San Valentín!

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