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8 formas para convertir una crisis en oportunidad

Las 8 formas en que convertimos una crisis en oportunidad

Los malos tiempos siempre son augurios de buenos tiempos, de períodos de crecimiento, de innovación y, especialmente, de nuevas oportunidades. Son incontables los episodios que nos ofrece la historia de la humanidad: siempre, después de una catástrofe, de una tragedia, de un mal momento, el ser humano o países enteros resurgieron de sus cenizas y volvieron a sonreír.

Un claro ejemplo nos lo brinda lo ocurrido después de la Segunda Guerra Mundial, uno de los acontecimientos más tristes de todos los tiempos. Fue un conflicto bélico que alteró las relaciones políticas establecidas hasta entonces y la estructura social del mundo. Fue un antes y un después que trajo insospechadas consecuencias y que cambió el rumbo de la humanidad.

El comienzo del fin se dio el 7 de mayo de 1945, cuando Alemania firmó su capitulación y reconoció la derrota. Previamente, Adolfo Hitlet, uno de los promotores del conflicto, se había suicidado el 30 de abril, en su búnker en Berlín. Algunos contingentes de las fuerzas militares alemanas continuaron combatiendo, pero pronto entendieron que carecía de sentido seguir.

Más tarde, el 15 de agosto de ese año, se produjo la rendición de Japón. Se veía venir desde meses atrás, un proceso que se aceleró después de que las fuerzas aliadas, en cabeza de Estados Unidos, bombardearon Hiroshima (6 de agosto) y Nagasaki (9 de agosto). La gota que rebosó la copa fue la intervención rusa, episodio conocido como la invasión de Manchuria.

El acto de rendición de Japón se firmó el 2 de septiembre de 1945 y, a partir de ahí comenzó un proceso de transformación increíble. Bajo la celosa tutela de Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), por el otro, el mundo se levantó de sus cenizas. Japón y Alemania, los países más perjudicados, se reconstruyeron.

En un plazo de tres décadas, de 1945 a 1975, alemanes y japoneses produjeron lo que la humanidad denominó el milagro. Reactivaron su economía, fortalecieron su estructura y pasaron a engrosar la élite de las superpotencias. Sus ciudadanos dejaron atrás el dolor de la guerra y se convirtieron en un modelo de éxito y resiliencia admirado por el resto del mundo.

Chile se recuperó del pavoroso terremoto de la tarde del domingo 22 de mayo de 1960, cuya magnitud fue de 9,6 en la escala de Richter. El movimiento telúrico fue tan fuerte que desató una serie de maremotos en el océano Pacífico que alcanzaron las costas de Hawái y Japón. Fue un suceso que obligó a diferentes gobiernos a tomar medidas preventivas sin precedentes.

Desde aquel suceso, se establecieron detalladas normas de construcción antisísmica y se crearon entidades destinadas a atender estas emergencias, en virtud de que Chile está asentado sobre un corredor sísmico. Sus habitantes aprendieron a convivir con los temblores y hay una gran cultura de cómo reaccionar ante un eventual ataque de furia de la naturaleza.

Este es considerado el terremoto más grande de la historia desde que existen registros. Fue, así mismo, un evento que significó un gran aprendizaje para los expertos, que jamás habían tenido la oportunidad de ser testigos de un desastre de esa magnitud. Por ejemplo, se pudo saber que antes de un megaterremoto siempre hay una secuencia de sismos precursores.

A finales de diciembre de 2018, el mundo occidental comenzó a escuchar rumores de una suerte de peste que se había desatado en las hasta entonces desconocida provincia de Wuhan en China. Tres meses más tarde, el pánico se regó a lo largo y ancho del planeta, el miedo y la incertidumbre reinaron y el COVID-19 se llevó cientos de miles de vidas y nos transformó.

En IOCA Group sentimos el golpe en todo su rigor. Como si hubiera sido otra bomba atómica o un pavoroso terremoto, guardadas las proporciones. Nuestros cimientos se estremecieron y el panorama, nublado y lleno de miedo e incertidumbre, nos hizo temer lo peor. Los comercios de todo el mundo cerraron sus puertas y nuestra operación, literalmente, se paralizó.

Cuando eres la cabeza de una empresa como esta y te enfrentas a una gran crisis global, como la que se desató por cuenta del coronavirus, lo primero que se te viene a la cabeza es “¿Cómo voy a ser para seguir produciendo?”. Sin embargo, unos cuantos segundos después la idea que invade tu cabeza es la de “¿qué voy a hacer con mi gente, de qué van a vivir mis empleados?”.

Como en prácticamente todos los negocios del mundo, los recortes de personal fueron inevitables. Dolorosamente, tuvimos que dejar ir a personas valiosas que nos aportaron su pasión, su conocimiento y su don de gentes durante meses o años. Ese fue el primer duelo que tuvimos que enfrentar, aunque la realidad caótica cada día nos ponía más contra la pared.

Temimos lo peor. Pasaban los días, las semanas y los meses y el panorama no cambiaba. De hecho, cada vez era más duro, más incierto. Sin embargo, en medio del encierro hallamos un espacio para reflexionar, para pensar lo que hacíamos, para replantear y para soñar. Y el sueño fue maravilloso, porque ante nuestros ojos se abrió un ilimitado e increíble universo: internet.

Era una asignatura pendiente para nosotros. La habíamos postergado, quizás hasta la habíamos menospreciado porque los resultados de nuestra operación en tiendas físicas. Sin embargo, comprendimos que había llegado el momento del dar el salto a lo digital, nos dimos cuenta de que la pandemia era un reto, una oportunidad que se nos ofrecía para ser mejores.

Aceptamos el reto. Los últimos meses, en silencio, mientras cuidamos de nosotros y de quienes nos rodean, hemos trabajado muy duro. No ha sido fácil, es cierto, porque nos hemos cruzado con mil y una dificultades, porque hacer negocios en internet va mucho más allá de la creencia popular de “hacer clic y volverte millonario”. Se requiere mucho aprendizaje.

Es el camino que elegimos transitar en estos tiempos convulsionados. Lo hacemos con plena convicción, con la seguridad de que este proceso, difícil e incierto, nos permitirá ser mejores y ayudar a nuestros clientes a ser mejores. Lo hacemos ilusionados porque creemos que nos llevará por el camino correcto en la labor de proteger la naturaleza y el medio ambiente.

Los más recientes no han sido años fáciles, para nadie. Hemos perdido personas valiosas, familiares y amigos, conocidos y clientes. Miles de negocios cerraron sus puertas y no las van a volver a abrir, con la trágica consecuencia de la pérdida de incontables empleos, el sustento de tantas familias. Pero, no perdemos la esperanza y tampoco perderemos la oportunidad.

Este duro golpe nos ha hecho mejores, de eso no hay duda. Nos sirvió para reforzar nuestras convicciones, para hacer un alto en el camino y tomar un respiro, para abrir los ojos y ver ese maravilloso universo que comenzaron a recorrer. No sabemos cuándo terminará esto, ni qué va a ocurrir en el futuro, pero sí sabemos que vamos a seguir luchando por lo que amamos.

A través de la historia, el ser humano, países enteros o empresas y negocios resilientes hemos conseguido transformar las dificultades en oportunidades. ¿Cómo? Primero, entendemos que estos tropiezos son parte del camino, del proceso. Segundo, tratamos de aprender las valiosas lecciones que estas situaciones nos ofrecen, vemos lo positivo que hay en cada una de ellas.

Tercero, nos preocupamos por adquirir el conocimiento que sea necesario, así como las estrategias que hay detrás de los negocios digitales de éxito. Cuarto, nos asesoramos de un grupo de expertos en diferentes áreas para estar en capacidad de brindar un mejor servicio y, en especial, de ser proveedores de las soluciones efectivas que el mercado hoy exige.

Quinto, nos adaptamos a las nuevas condiciones de un mercado cambiante que, además, está lleno de incertidumbre por un futuro que para algunos se antoja sombrío y para otros (como nosotros), lleno de oportunidades. Sexto, nos rodeamos de personas que estén alineadas con nuestros principios y valores y que puedan llevar a cabo con éxito los retos propuestos.

Séptimo, ampliamos el portafolio de productos y beneficios que ofrecemos a nuestros clientes con la seguridad de que les permitirán lograr sus objetivos (tener mejores clientes y vender más). Octavo, optimizamos y profesionalizamos nuestra presencia en internet, en los distintos canales digitales, para que nuestro mensaje les llegue a las personas correctas y las ayude.

En algún momento pensamos que era el final del camino, pero luego nos dimos cuenta de que era un nuevo rumbo. Nos enfocamos en disfrutar el proceso y, además, agradecemos a Dios, a la vida y a nuestros clientes por su apoyo, por su confianza, por su fidelidad. Los malos tiempos siempre son preludio de buenos tiempos, de nuevas oportunidades. ¡Y vamos a aprovecharla!

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