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¿Quieres ser emprendedor? Serás más exitoso después de los 40 años

Aunque habitualmente se considera que el emprendimiento es cuestión de jóvenes, por aquello de las herramientas tecnológicas, los resultados muestran algo distinto.

“Yo quiero cambiar el mundo, quiero contribuir para que el mundo sea mejor”. En voz alta o en silencio, ese es un pensamiento que todos, absolutamente todos los seres humanos, tenemos alguna vez. De hecho, hay personas para las que es un pensamiento recurrente, al punto que se convierte en una luz que ilumina su camino, en una guía. O, mucho mejor, en un propósito de vida.

Una realidad que durante mucho tiempo se quedó allí, en la mente de las personas, pero que recientemente se convirtió en sueños cristalizados. O, al menos, en el intento por cristalizarlos. Porque en los últimos años, en todo el mundo, son más las personas que toman la decisión de dejar su trabajo convencional y cruzar esa invisible línea que los conduce al emprendimiento.

Un término que, quizás lo recuerdas, es relativamente nuevo. Es decir, hace 25 años, a finales del siglo pasado, era poco conocido. De hecho, en algunos países era casi un tema vedado, mal visto. ¿Por qué? Porque era ir en contravía de lo establecido, de lo que se había hecho durante mucho tiempo y, para rematar, significaba salirse de la horma. No se lo veía como un trabajo serio.

Hoy, por fortuna, es muy distinto. Si bien es un término cuyo significado es interpretado de maneras diferentes según el país, ya no se lo mira de reojo y es ampliamente aceptado. Tanto, que se ha convertido en la primera alternativa para millones de personas, en todas las latitudes, para redescubrir su propósito de vida, para tratar de acabar con la dualidad vida personal/laboral.

Por ejemplo, en Estados Unidos y algunos países de Europa, principalmente, se produjo el fenómeno conocido como la renuncia silenciosa (o quiet quitting, en inglés). ¿Sabes en qué consiste? Básicamente, en acudir a tu lugar de trabajo cada día y hacer estrictamente lo necesario dentro del horario establecido, sin hacer nada más. Es decir, la ley del menor esfuerzo.

¿La razón? Los trabajadores están cansados y dijeron “¡No más!”. Peor es el fenómeno conocido como “la gran renuncia”, que desde 2021, al liberarse las restricciones impuestas por la pandemia, se tradujo en que al menos seis millones de personas dejaron su trabajo. Lo hicieron ¡voluntariamente! Si bien no hay una razón específica, “agotamiento” es una buena opción.

Y, entonces, muchos han tomado el camino del emprendimiento en las diferentes facetas que existen. Ahora, ¿qué significa ser emprendedor? Este término proviene de la palabra latina prendĕre, que significa “tomar, coger”. O, de otra forma, optar, elegir, de ahí que se convenga que ser emprendedor representa aprovechar las oportunidades que la vida pone en tu camino.

Ser emprendedor de alguna forma es una contundente manifestación de rebeldía en especial contra el modelo educativo tradicional. Aquel según el cual la vida consiste en estudiar, lograr un título académico y encontrar un empleo estable para aplicar los conocimientos adquiridos y subsistir económicamente. Un esfuerzo que merece un especial reconocimiento y un gran aplauso.

Una nueva realidad

Entre los emprendedores, hay una frase que dice que “emprendedor es aquel que ve oportunidades allí donde los demás ven dificultades insalvables”. Personas que, además, aprovechan lo que la vida les dio: dones, talentos, pasión, conocimiento y vivencias (experiencias) que representan una mezcla poderosa. Emprender, en últimas, significa tener la capacidad de “transformar el mundo”.

Por eso, justo por eso, cada vez que se habla de emprendimiento afloran nombres como los de Steve Jobs, Elon Musk, Bill Gates o Mark Zuckerberg. Sin embargo, es justo decir que no todos los emprendedores que lograron transformar el mundo pertenecen al ámbito de la tecnología. Los hay en todas y cada una de las actividades que desempeña el ser humano, sin excepción.

Sí, en la música, en el arte, en las letras, en el desarrollo personal (coaching), en el deporte, en fin. La actividad es particular y lo que los une, el hilo conductor, es tanto el deseo de “transformar el mundo” como haber aprovechado sus recursos (conocimiento, dones, talentos, pasión) para crear un negocio a partir de ellos. Un negocio cuyo propósito es servir a otros, ayudar a otros.

Porque, y esto es importante entenderlo para no llevarse una sorpresa desagradable, a diferencia del modelo laboral convencional, el fin último del emprendimiento no es ganar dinero. Está bien que uno de los objetivos primordiales de cualquier negocio, dentro o fuera de internet, sea crear un modelo que permita obtener las ganancias necesarias para ser sostenible en el tiempo.

Sin embargo, ese no puede ser el gran fin. Ser emprendedor es más, que tener un negocio propio; más, que ser tu propio jefe; más que vender un producto o un servicio. Recuerda que, en últimas, lo que mueve a un emprendedor es su irreprimible deseo de “transformar el mundo”, de “contribuir a que el mundo sea mejor”.

¿Qué cualidades debe exhibir un emprendedor?

Pasión, que es el fuego que mantiene la llama prendida

Ser un eterno aprendiz, mantenerte actualizado

Mentalidad abierta al cambio

Capacidad para adaptarte a los cambios frecuentes del mercado

Resiliencia para mantenerte en pie en medio de las dificultades (que abundarán)

Desarrollar habilidades como la comunicación asertiva

Aprender a tomar decisiones y asumir riesgos

Enfocarte en el proceso (los resultados serán una consecuencia)

Networking: el arte de las relaciones y las alianzas estratégicas

Ser empático (en especial, con tus clientes)

Capacidad de resolución de problemas

Disciplina y paciencia

Aprender técnicas persuasivas para crear mensajes poderosos

Saber vender

Como ves, eso de ser emprendedor no es fácil, no es para cualquiera. No es tan sencillo como que un día te levantas y dices “voy a convertirme en emprendedor”. Se requiere una serie de cualidades y habilidades para garantizar el éxito. Ten en cuenta que la mayoría de los negocios, dentro o fuera de internet, desaparecen antes de cumplir los primeros dos años de existencia.

Y eso sucede porque son “más de lo mismo”, porque su propuesta de valor es débil, porque su mensaje no llega a las personas adecuadas o carece de poder, porque sucumbieron a la competencia o porque, tristemente, tiraron la toalla a mitad del camino. Por eso, antes decíamos que ser emprendedor, es más, que tener un negocio y ganar dinero.

Ahora, los emprendedores nos hemos convertido en el combustible que mueve la economía de los países, principalmente en Latinoamérica. Sí, en medio de las dificultades, de las trabas legales que imponen los gobiernos, de la falta de apoyo y de la incertidumbre, los emprendedores somos un impulso para nuestras débiles economías. Y, lo mejor, ¿sabes qué es lo mejor? Que cada vez tenemos más peso.

El emprendimiento ha alcanzado tal nivel de relevancia, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indica que “un crecimiento económico inclusivo y sostenido puede impulsar el progreso, crear empleos decentes para todos y mejorar los estándares de vida”. De ahí surgió la idea de crear el Día Mundial del Emprendimiento, “para impulsar el espíritu emprendedor que hace posible el crecimiento económico sostenido”.

Esta jornada se conmemora el 16 de abril y fue instituida como un homenaje a esas personas valientes, resilientes y empoderadas que se atreven a retar el statu quo y emprenden. El objetivo es visibilizar esta opción de vida y reconocer el impacto, cada vez más importante, que tiene tanto en la economía con en la vida de las personas (las que emprenden y las que reciben el impacto).

También se pretende incentivar el espíritu emprendedor en la población, especialmente entre los más jóvenes, aquellos que en el modelo laboral convencional no ven una opción de vida válida. Por supuesto, ser emprendedor no es un privilegio exclusivo de los jóvenes, pues la historia muestra casos de adultos mayores que, después de los 40 o 60 años, fueron emprendedores exitosos.

¿Por ejemplo?

Harland Sanders, fundador de KFC (40 años)

Robert Noyce, fundador de Intel (41 años)

Arianna Huffington, fundadora de Huffington Post (54 años)

Ray Kroc, fundador de McDonald’s (52 años)

John Pemberton, fundador de Coca-Cola (55 años)

Y hay muchos más, por supuesto. Y para que veas que no es un dato aislado, una investigación realizada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), de Estados Unidos, reveló que la edad promedio de un emprendedor exitoso que funda una empresa en ese país es de 45 años. Es decir, no te desanimes si todavía no comenzaste, si aún no te decidiste a dar el primer paso.

Moraleja

Recuerda: ser emprendedor significa aprovechar las oportunidades que la vida te ofrece. Cuando antes lo hagas, mejor, porque así lo disfrutarás más, más tiempo. Otro dato interesante de aquella investigación: los emprendimientos más exitosos fueron los conducidos por personas entre 40-49 años (34 %), seguidos de los de 30-39 años (28 %). Los jóvenes (29 años y menos) eran solo el 18 %.

“Los emprendedores mayores tienen una tasa de éxito sustancialmente superior”, escribieron en un artículo de la revista Harvard Business Review los autores del estudio, Pierre Azoulay, Benjamin Jones, J. Daniel Kim y Javier Miranda. “La evidencia apunta a que el desempeño emprendedor aumenta rápidamente con la edad hasta llegar a su punto más alto hacia finales de los 50”, agregan.

¿La razón? No es la edad, es la experiencia. Aunque puede haber muchos factores que expliquen la ventaja de tener más años al crear un emprendimiento, se detectó que la experiencia laboral juega un papel determinante. En general, los fundadores con al menos tres años de experiencia tienen 85 % más probabilidades de éxito que los que no habían tenido empleos previos relevantes.

Si eres de los que siempre soñó con “transformar el mundo”, con “contribuir a crear un mundo mejor”, no te resignes. ¡Nunca es tarde para comenzar! Y hoy, gracias a la magia de las poderosas herramientas que nos ofrece la tecnología, del camino trazado por otros, puedes lograrlo. Únete a otros que les dieron rienda suelta a sus sueños y, a través de su emprendimiento, tomaron el éxito en sus manos.

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