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El ‘Mindfulness’, una práctica efectiva para aumentar la productividad y la felicidad

Conseguir un equilibrio entre la vida personal y la laboral es la clave para lograr mejores resultados en cualquier ámbito.

La cifra, publicada por el portal GoRemotely.com en su blog, es, cuando menos, preocupante y desconsoladora: el empleado promedio solo es productivo durante 2 horas y 53 minutos al día. Lo peor, Que ese ritmo a paso de tortuga en el ámbito laboral es provocado, la mayoría de las veces, por interrupciones de otros. En otras palabras, ¡no los dejan trabajar!

En promedio, cada hora los empleados son interrumpidos siete veces, es decir, una vez cada 8m 30s. Eso significa que, al cabo de una jornada laboral de 8 horas, un empleado cualquiera pierde hasta 4 horas, por distracciones. Por supuesto, en esas condiciones es muy difícil mantener la concentración y el enfoque en las tareas asignadas y el resultado es nefasto: reducción de la productividad.

Otro enemigo silencioso de la productividad laboral es la multitarea (multitasking), que se convirtió en un vicio. De acuerdo con la encuesta de GoRemotely.com, esta tendencia es responsable de la disminución del 40 % en la productividad. Y a largo plazo los efectos pueden ser mucho peores, porque no solo provoca el estrés del cerebro, sino que mina nuestras fuerzas y resistencia.

La multitarea se ha incrementado en los últimos tiempos como consecuencia de los despidos o masivos: los empleados que salen de las empresas no son sustituidos y los que permanecen deben asumir esas tareas. Para las que, valga decirlo, muchas veces ni siquiera están preparados. Al requerir atención simultánea para varias tareas, de distinta índole, el cerebro termina confundido.

Los expertos en temas laborales, conscientes no solo del incremento de este mal hábito, sino de sus terribles consecuencias, sugieren incorporar una técnica denominada Regla 1-3-5. ¿Sabes en qué consiste? En abordar las tareas más difíciles en las primeras horas de la mañana, cuando el cerebro está más tranquilo y dispuesto, antes de las de nivel medio y dejar las fáciles para el final de la jornada.

Otro factor que conduce a la disminución de la productividad es el trabajo en equipo. El 46 % de las personas consultadas dijo que es “increíblemente complicado” hacerlo, debido principalmente a la diferencia de estilos de trabajo. Es un tema complejo porque entran en juego ítems como el conocimiento, la experiencia, la autoridad, las emociones y el ego, todo un cóctel explosivo.

Si bien la dinámica de trabajo en equipo es una constante en todas las empresas y negocios, los resultados distan mucho de ser los esperados. No solo a nivel de productividad, sino de trabajar en un ambiente positivo y favorable. Según el 80 por ciento de los empleados estadounidenses, una de las fuentes de estrés es que los jefes no se comunican eficazmente con sus empleados (equipo).

La baja productividad, la difícil convivencia y el ambiente tóxico son problemas muy serios a los que las empresas, muchas veces, no les prestan la atención adecuada. Peor aún, los ignoran. A largo plazo, por supuesto, lo lamentan con resultados negativos, clientes perdidos, incremento de los costos y verse superadas por la competencia. Es un mal claramente identificado, ¿sin solución?

En muchos casos, sí, tristemente. Por eso, justamente, negocios y empresas que llegaron a la cima, que forjaron un nombre, que se ganaron el corazón de los consumidores, en algún momento se derrumban. Y culpan al gobierno de turno, a la cotización del dólar, al vaivén político, al precio del petróleo, a cualquier factor externo. Sin embargo, si el problema es interno, la solución, también.

El 41 por ciento de los empleados considera que aliviar el estrés laboral es clave para producir más. Proponen alternativas como compensaciones adicionales, permisos de vacaciones pagados, más flexibilidad en los horarios de trabajo y programas de bienestar. El problema es que algunas de estas soluciones se desvanecieron como por arte de magia después de la pandemia.

Lo irónico es que la solución a estos problemas ya fue inventada y está al alcance de la mano de cualquiera, del que la quiera tomar. Todas las empresas y negocios, absolutamente todas, sufren estos males en algún momento. Sin embargo, son pocas las que asumen la responsabilidad y, en especial, el compromiso para liderar las acciones que se requieren para cambiar los malos hábitos.

Diversos estudios han demostrado que los empleados comprometidos son más productivos, lo que se traduce en un aumento del 21 % de los beneficios. Las estadísticas demuestran que la felicidad y la productividad en el trabajo están estrechamente relacionadas: los empleados comprometidos y felices son más productivos y los empleados productivos equivalen a un aumento masivo de la rentabilidad.

Un claro ejemplo de ello son los trabajadores de Noruega, Dinamarca y Suecia, tres de los seis países más productivos del planeta. ¿El denominador común? El impecable equilibro entre la vida laboral y la personal. Allí, las personas no suelen trabajar más de 40 horas semanales, lo que les permite disfrutar de mucho tiempo libre para actividades familiares, estudio o descanso.

El mensaje es claro: la satisfacción de los empleados y las estadísticas de productividad van de la mano. También es evidente que los trabajadores vuelven al trabajo sintiéndose renovados, lo que en última instancia les hace más productivos. Es decir, un gana-gana. Y no se trata solo de mayor productividad, sino de competitividad, de mejor servicio, de confianza, lealtad y compromiso.

Otro estudio, así mismo, demostró la correlación positiva entre el ejercicio y las estadísticas de productividad laboral. Se estableció que hacer ejercicio durante la jornada laboral aumenta la capacidad de gestión del tiempo en un 72 %. Además, se descubrió que los ejercicios aeróbicos de baja intensidad eran más eficaces para mejorar la productividad autoevaluada que las rutinas de alta intensidad.

Es decir, ¡no hay necesidad de ir al gimnasio a sudar la gota gorda! Con una corta rutina aeróbica en el mismo lugar de trabajo es suficiente. La clave está en la disciplina, en la constancia. Eso, sin olvidar una nutrición adecuada, que puede aumentar el rendimiento laboral en un 25 %. Así lo concluyó un estudio de productividad realizado durante tres años, en el que se interrogó a 20.000 empleados al año.

Aquellos trabajadores que comían cinco raciones de fruta y verdura al menos cuatro días a la semana, demostraron ser un 25 % más productivos que aquellos que no tienen el hábito de hacerlo. Tampoco hay que subestimar el rol del buen descanso en la productividad. Según las estadísticas, los trabajadores que estaban fatigados debido al sueño eran significativamente menos productivos.

Este panorama nos lleva a dos conclusiones importantes. La primera, que la productividad es una responsabilidad compartida entre empleados y empleadores o dueños de la empresa o negocio. No es algo impuesto, decretado por reglamento, sino que es el fruto de acuerdos conscientes, de buenas prácticas, de hábitos positivos, de ejemplos inspiradores y de trabajo, de mucho trabajo.

La segunda, que si tú eres el empleado que está al borde de un ataque de nervios, con el nivel de estrés al mil por ciento, no puedes esperar a que la empresa te dé la solución: ¡impleméntala tú! ¿Por qué? Porque es tu salud, es tu vida, es tu bienestar. Porque, como dice el dicho, al final el lazo se rompe por el lado más delgado, es decir, por el del empleado, que lleva las de perder.

Entonces, ¿por qué no probar las herramientas disponibles que, además, se sabe que son efectivas? Por ejemplo, el mindfulness o atención plena, una práctica que es fácil de aprender y de implementar. Y cuyos resultados, se ha comprobado, son muy positivos. De hecho, ha estado ahí, a disposición de cualquiera, desde finales del siglo VII a.C., de la mano del budismo.

¿Lo sabías? El objetivo fundamental del Mindfulness es dotarnos de un método para aprender a gestionar las emociones, reacciones, actitudes y pensamientos. Si lo conseguimos, es posible afrontar las situaciones, desafíos y dificultades que nos presenta la vida, mediante la práctica y perfeccionamiento de la conciencia plena. ¿Lo mejor? El poder está en el interior de cada uno.

Es decir, se trata de una habilidad que todos podemos desarrollar (¡y debemos hacerlo!). ¿Sabes cuál es el origen de la mayoría de problemas y enfermedades que padecemos? Que vamos por la vida en modo piloto automático. Sí, nos dejamos llevar por la corriente, andamos como mansos borregos detrás de los demás, hacemos lo que es políticamente correcto, como autómatas.

Y esto, claramente, va en contravía de la esencia del ser humano, que fue creado para ser libre, autónomo, para tomar decisiones (aunque sean equivocadas), para aprender. Y de eso, de aprender, se trata justamente el mindfulness. Porque la clave del éxito de esta habilidad es el autoconocimiento, la autoestima, la aceptación de ti mismo, que te valores y te ames.

Algunos de los beneficios del mindfulness:

1.- Reduce el estrés, la ansiedad y otras emociones destructivas

2.- Reduce la depresión y evita depender de medicación para contrarrestar este terrible mal

3.- Reduce el insomnio, aumenta tu sensación de bienestar y la energía, tanto mental como físicamente

4.- Crea un pensamiento más claro y centrado y mejora la eficiencia en el trabajo y en el hogar

5.- Mejora la confianza y la capacidad de recuperación emocional

La forma más común de practicar el mindfulness es la meditación. Sin embargo, esta no es del agrado de todo el mundo (y está bien). En el fondo, de lo que se trata es de desconectarse de lo que nos produce estrés, ansiedad y agotamiento físico y mental y reconectar con nosotros mismos, con nuestra esencia. Y eso lo puedes hacer de múltiples formas: ¡elige la que más te agrade!

Cómo practicar el mindfulness:

1.- Ejercicios de respiración profunda, en silencio (y en soledad)

2.- Escucha música suave, que libere al cerebro de las tensiones y los afanes

3.- Camina en medio de la naturaleza (un parque), en silencio, y respira profundo

4.- Escribe: la escritura, por si no lo sabías, es una comprobada técnica terapéutica

5.- Implementa una rutina de sencillos ejercicios que puedas realizar en cualquier lugar

6.- Lee: dedica al menos media hora cada día a leer lo que te apasiona ( y que no sea trabajo)

7.- Cocina: este hábito de consentirte genera bienestar y te recompensa

8.- Procura tener claros los objetivos de las tareas que realizas (enfoque)

9.- Pasa tiempo de calidad con la gente que amas, con tu mascota

10.- Disfruta la vida: significa hacer lo que te produzca felicidad

Es claro que algunas de estas actividades no las puedes realizar en el trabajo. Sin embargo, dado que lo que se busca es el equilibrio entre la vida personal y la laboral, pon en práctica en cada ámbito las que mejor se acomoden sin que provoquen problemas de convivencia o distracciones. No solo por temas de productividad, sino porque “la vida es un ratico” y hay que vivirla a full

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