Es el complemento ideal para alcanzar la satisfacción en el entorno laboral. Cada vez son más las empresas que lo implementan y los empleados que lo disfrutan.
El dinero no compra la felicidad, quizás ya lo sabes. Ayuda, sin duda, pero no es suficiente. Esta es una realidad de la que cada día somos más conscientes, en especial después de períodos de crisis como los que vivimos durante la pandemia. Fue un tiempo que nos dejó grandes enseñanzas, entre otras aquella de que lo más valioso de la vida no tiene precio, no se paga con dinero.
Salud, bienestar, tranquilidad y paz, entre otros, son algunos de los factores que determinan la felicidad del ser humano. Sin ellos, no hay dinero que valga. De hecho, cada día somos testigos de personas que tienen todo lo material, dinero de sobra, pero sufren una vida miserable, lejos de la felicidad. Están atrapados en vicios, padecen enfermedades y su vida se consume sin remedio.
En tiempos de pandemia, además, obligados por las circunstancias, los seres humanos descubrimos un modelo al que no se le había prestado atención: el home work o teletrabajo. Una modalidad que en un comienzo resultó traumática, porque nadie estaba preparado para ella, pero que con el paso del tiempo se tornó cómoda, agradable, al punto que muchos la eligieron.
De manera simultánea, se dieron dos fenómenos inesperados. El primero, conocido como la renuncia silenciosa. ¿Sabes en qué consiste? Es el comportamiento premeditado, consciente, de miles de empleados en todo el mundo tendiente a realizar estrictamente las tareas básicas y necesarias, y dentro del horario establecido. Lo podríamos llamar “la ley del menor esfuerzo”.
El segundo, la gran renuncia, con epicentro en Estados Unidos, pero manifestaciones en el resto del planeta. ¿De qué se trata? De la renuncia voluntaria a su trabajo. En solo dos meses, de febrero a abril de 2020, el número de desempleados en ese país subió de 5,7 millones a 23,1. Es decir, se cuadruplicó. Si bien la cifra ha descendido recientemente, provocó alarma en las autoridades.
Que no entendían bien qué sucedía. La verdad es que ya se vislumbraba la punta del iceberg de este fenómeno: entre 2015 y 2019, la cifra de renuncias voluntarias creció consistentemente. La incertidumbre por la pandemia pareció frenarla, pero luego se aceleró de nuevo. ¿Por qué razón? Los expertos apuntan al “agotamiento laboral”, trabajadores que se sienten ‘quemados’ y no resisten más.
Un tercer factor es lo que se conoce como revelaciones o epifanías. Son sucesos inesperados que las personas interpretan como ‘señales divinas’ y los llevan a tomar decisiones radicales. Una enfermedad, el despido de un compañero o, como sucedió durante la pandemia, haberse dado cuenta de que la vida no es solo trabajo o de que el trabajo no es lo más importante de la vida.
El cuarto factor que señalan los expertos es el inusitado auge del teletrabajo. A pesar de que la mayoría de las empresas decidió el retorno de los empleados a las oficinas, no pocas se dieron cuenta de que esta tendencia representa un beneficio. Uno que encaja perfectamente en ese concepto, cada vez más popular, conocido como ‘salario emocional’. ¿Sabes de qué se trata?
En palabras sencillas, es el cúmulo de beneficios que se obtienen en el ámbito laboral y que no están representados en dinero. Es un valor añadido crucial a la hora de decidirse por una u otra empresa, y que supone la clave para retener al talento. Sumado a un ambiente laboral agradable y a la conciliación profesional, son los factores más valorados por los trabajadores en la actualidad.
Según un estudio de la consultora Randstad -un informe independiente con 163.000 participantes de 31 mercados en todo el mundo- hasta el 65 % de los encuestados se inclina por escoger una compañía en la que pueda conciliar lo laboral y lo familiar, el 62 % valora el ambiente agradable, el 60 % la seguridad laboral y el 54 % la posibilidad de desarrollarse como profesional.
Es decir, eso que llamamos ‘felicidad’ en el trabajo cada vez es más la sumatoria de una variedad de factores en los que el salario monetario, por supuesto, todavía tiene un peso específico. Ahora, es menester entender que el salario emocional es enteramente subjetivo y, en consecuencia, será diferente para cada individuo, de ahí que no hay una sola modalidad. La flexibilidad es la clave.
Para algunas personas, por ejemplo, el aspecto más importante del trabajo puede ser la oportunidad de socializar y hacer amigos, mientras que para otras esto puede no tener ninguna relevancia. Al mismo tiempo, poder convertirse en un experto en cierta área o potenciar su creatividad puede ser lo que otras personas más valoran. La norma es que no hay normas.
Estas son algunas modalidades de ‘salario emocional’:
1.- Conciliación laboral. En especial después de la pandemia, para el trabajador común, en todo el mundo, es más importante que su vida laboral y su vida personal no riñan, no compitan, no sean una fuente de desgaste físico y emocional. Este es el escenario ideal para el trabajo remoto.
2.- Horario flexible. Las necesidades y las prioridades de las personas cambian con el tiempo y, por eso, disponer de flexibilidad para atender esas responsabilidades es muy valorado. De hecho, este es uno de los factores relevantes para los aspirantes a la hora de tomar un empleo.
3.- Ambiente de trabajo. En caso de ser negativo o tóxico, es una de las principales razones de las renuncias voluntarias. El clima laboral siempre ha sido importante, porque puede convertirse en un factor que frena la productividad. Cobra mayor relevancia en las nuevas generaciones.
4.- Seguridad laboral. Ya nadie quiere atarse a una empresa toda la vida ni realizar una larga carrera como lo hicieron nuestros padres y abuelos. Sin embargo, es importante saber que hay opciones de desarrollo y crecimiento en el futuro, que la empresa tiene planes para más adelante.
5.- El crecimiento. Tanto en lo profesional como en lo personal, que no pueden desligarse, no en las actuales circunstancias. La posibilidad de capacitación, el desarrollo de nuevas habilidades y competencias que permitan al trabajador ser competitivo son hoy una prioridad.
Hay otras más. Por ejemplo, plan de pensiones, descuentos en restaurantes, seguro médico, plan de ahorros, salas de juegos y descanso en las instalaciones empresariales (y, claro, tiempo para disfrutarlas), espacios para realizar deporte o beneficios que se trasladan a la familia. De nuevo, la norma es que no hay normas, sin desconocer que este es un anhelo cada vez más consciente del empleado.
Según el estudio State of the Global Workplace, de Gallup, el ‘salario emocional’ se traduce en un mayor compromiso de los trabajadores que significa un aumento del 21 % en la rentabilidad y del 17 % en la productividad de la empresa. Eso no es todo, sin embargo: después de la pandemia, los niveles de estrés laboral en las empresas que implementaron este beneficio ha disminuido.
Lo que no tiene discusión es que el bienestar de los empleados es hoy un tema crucial en las empresas. En todas las empresas, sin distingo de industria, tamaño o país. “Las empresas necesitan más que nunca pensar en la persona como un todo y no solo como un empleado”, es una de las conclusiones del estudio de Gallup. Y la persona quiere más beneficios que el dinero, es claro.
La mexicana Marisa Elizundia, especialista en recursos humanos y desarrollo de personas radicada en España, ha estudiado el tema en profundidad. De hecho, es la creadora del Barómetro de Salario Emocional (ESB, por sus siglas en inglés), una herramienta en línea que mide “aquellos beneficios puramente emocionales que los individuos obtienen del trabajo”. ¿Lo conoces?
“Invertimos un tercio de nuestras vidas en el trabajo y no podemos pensar en ello solo en términos económicos. Sí, trabajas por dinero, pero si quitas la parte económica, ¿con qué te quedas? ¿por qué trabajas?”, se pregunta Elizundia. ¿Tú qué responderías? ¿Por qué trabajas? “El dinero es la base, pero hay que sumar a esa ecuación aquellos elementos que te ayudan a crecer personal y profesionalmente”, agrega.
Ahora, hay algo que es necesario tener claro: un salario emocional alto nunca puede compensar un salario económico bajo. Porque, como se dice en la calle, “con la sonrisa y la satisfacción no puedo comprar la carne y la leche en el supermercado”. El salario emocional es un complemento que de ninguna manera sustituye el salario económico: está diseñado para brindarnos mayor satisfacción.
La combinación de un salario económico competitivo y un salario emocional redunda en una menor rotación de personal, mayor compromiso por parte de los empleados y la retención de los talentos, que hoy es uno de los problemas más complejos para las empresas. Así mismo, de cara al mercado, las empresas que ofrecen salario emocional son mejor valoradas por los prospectos.
Los tiempos cambian y las vivencias nos cambian a los seres humanos. Los episodios de los últimos años nos enseñaron que, si bien el trabajo es una actividad transversal de la vida, no es la vida, no es toda la vida. Y nos enseñaron también que es indispensable disfrutar ese tiempo valioso que le dedicamos al trabajo. Una tarea que, por supuesto, es responsabilidad compartida de empresas y trabajadores.