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¿Cómo ser más productivo? Hacer más y mejor sí es posible, si desarrollas el hábito

‘No por madrugar mucho amanece más temprano’, reza el dicho. Hacer más no te hace más producto si no desarrollas los hábitos y construyes un sistema.

Hacer más, y mejor, en menor tiempo y con mejor resultado. Más y mejor, a menor costo, con menos recursos. Más y mejor es tanto una obsesión como una perdición si pierdes el control, si permites que las emociones te dominen, si al cabo del proceso los resultados no son los que esperaras. La frustración y la ansiedad, entonces, se convierten en terribles enemigos.

De aquellos que te quitan la tranquilidad, … El problema es que en muchas actividades de la vida diaria (¿la mayoría o todas?) asumimos la vida como una competencia. Lo único que nos desvela es ganar, ser primeros, ser los mejores. Hacer más y mejor, tener más y mejor…

Sucede en cualquier actividad de la vida: en las relaciones, por ejemplo. Queremos ir a toda velocidad y las otras personas nos rechazan. Piénsalo: el motor de un Fórmula Uno, al que muchos llaman la máquina perfecta, se funde si abusa de él, si te pasas de revoluciones, si sobrepasas el límite en procura de más velocidad y mejor resultado. Es un retiro forzoso…

En virtud de la creciente competencia, de que hay mucha buena competencia y, entonces, cada vez es más difícil conseguir un buen cliente y retenerlo, nos gana la obsesión por más y mejor. Las expectativas son un listón demasiado alto que casi siempre derribamos en una sucesión de intentos fallidos. Que nos desgastan, mental y físicamente, y nos desvían.

¿Sabes qué ocurre? Que el resultado que obtenemos es justamente el contrario al que nos hemos propuesto. Queremos ser más productivos y al final rendimos menos. El cansancio mental, así mismo, nos induce al error que, seguro lo has comprobado, en la práctica se traduce en menos productividad. Un perverso círculo vicioso difícil del que es difícil salir.

Lo que debes saber (y aprender) es que el éxito, sea cual fuere la idea que tengas de él, es el resultado de lo que haces, de cómo lo haces. También, de lo que no haces. No hay otra fórmula y no tiene sentido que intentes copiar a otros, así hayan sido muy exitosos, porque así no funciona. La verdad es que el éxito es una construcción propia, un descubrimiento.

Y eso casi nadie te lo va a decir. Por supuesto, hay algunas pistas que te orientarán. El origen del problema es el modelo educativo en el que fuimos criados. Nos venden los modelos de otros: empresarios multimillonarios, deportistas, políticos, periodistas o influenciadores. Si bien podemos modelar su éxito, tenemos que construir nuestro propio camino.

¿Cómo hacerlo?

Estos son algunos de los hábitos que te ayudarán a crear tu mejor versión:

1.- Define un rumbo.
Si no sabes para dónde vas, ¿cómo pretendes llegar? Este es un error habitual porque muchas personas prefieren que la vida los lleve, confiadas en que todo saldrá bien. Sin embargo, a la postre se dan cuenta de que estaban equivocadas, de que perdieron tiempo, dinero, recursos y energías que bien hubieran podido aprovechar de otra manera, con mejores resultados.

Fija un rumbo claro, preciso, un norte que te guíe. Que, no sobra recalcarlo, en algún punto del camino puede variar porque, no lo olvides, la dinámica de la vida es el cambio. Este rumbo, en todo caso, debe estar alineado con tus principios y valores y encajar no solo en lo laborar y económico, sino también con tu proyecto de vida, con tu propósito, con tus sueños.

2.- Establece una estrategia.
El mejor plan no sirve sin una estrategia de acción que te permita cumplir tus objetivos. La estrategia es la que te permitirá sortear las dificultades, que seguro se presentarán, y te dará la posibilidad de enmendar tus eventuales errores, que también aparecerán. La estrategia, así mismo, es la razón por la que podrás aventajar a la competencia dada a la improvisación.

Una buena estrategia requiere establecer metas a corto, mediano y largo plazo, que sean alcanzables y, sobre todo, medibles. Si no mides, pierdes el control; si pierdes el control, no llegarás a donde quieres ir. Necesitas saber con qué recursos y herramientas cuentas y cuáles te hacen falta para saber cómo adquirirlas, sin perder de vista que esto tomará su tiempo.

3.- Planea tus días.
Soñar no cuesta nada (es gratis), pero para alcanzar tus sueños necesitas entrar en acción. El problema es que muchas veces son tantas las tareas que debemos realizar, tantos los frentes que abrimos, tantas las responsabilidades que asumimos que nos desbordan. Debes entender que, nos guste o no, la capacidad operativa de los seres humanos es limitada.

La improvisación, una piedra con la que tropezamos, debes transformarla en imaginación, en creatividad para aprovechar tus dones y talentos. Apaláncate en un sistema de planeación, de organización de tu agenda, que te permita cumplir con lo previsto. Así, sabrás si estás asumiendo más tareas de las que puedes llevar a cabo y, claro, cómo avanza el proceso.

4.- Establece rutinas.
Tenemos una idea errónea de las rutinas: creemos que es una sola rutina, que vamos a estar todo el día, todos los días, haciendo lo mismo. Y no es así. Menos en estos tiempos modernos en los que cada día nos exige aprender y desarrollar habilidades, nos ofrece retos distintos y experiencias distintas. Sin embargo, de nuevo, no debes abrirle la puerta a la improvisación.

Una buena rutina te permite cumplir a cabalidad con una tarea (una sola), sin dejarla a medias, sin postergarla. Cumplirla a cabalidad. Y luego comienzas otra, que no necesariamente está relacionada con la anterior, y así sucesivamente. Debes incorporar en tus rutinas, así mismo, horarios para comer, descansar, practicar ejercicio, leer, estar con tu familia: rutinas de vida.

5.- Aprovecha los ‘tiempos muertos’.
“No tengo tiempo” o “No me alcanza el tiempo” son excusas. Son obstáculos que tú mismo levantas y te impiden avanzar. Mala organización, improvisación, carencia de un plan y, en el fondo, miedo a salir de la zona de confort. Son malos hábitos que cultivamos día a día porque creemos que son la solución, pero en realidad solo contribuyen a incrementar el problema.

Hoy, conducir en medio del tráfico, estar bajo la ducha o preparar la comida son ‘tiempos vivos’ que puedes aprovechar para escuchar audiolibros, pódcast o charlas que te interesen. Erradica las horas conectado a redes sociales, las sentadas frente al televisor para ver películas o cualquier actividad no productiva (que no te lleve a donde quieres ir).

Moraleja

Trabajar menos y producir más, en cualquier actividad de la vida (trabajo, deporte, relaciones, salud, aficiones) es posible. Siempre y cuando encuentres un equilibrio que puedas sostener a largo plazo y crees un sistema que te permita alcanzar los objetivos propuestos. Además, y este es un aspecto que la mayoría pasa por alto, también debes trabajar en tu mentalidad.

“Puedes, si crees que puedes” es una frase popular en internet. Sin embargo, no es suficiente: “Puedes, si crees que puedes y, además, si adquieres los hábitos y haces lo necesario para conseguir lo que deseas”. El éxito es el resultado de lo que haces, de cómo lo haces. Y de lo que no haces. El resultado dependerá de saber diseñar ese sistema.

Esta son algunas claves:

1.- Desconecta.
No puedes estar el ciento por ciento de tu tiempo en modo trabajo. Libera ratos durante el día para pensar en algo distinto, para reír y alejarte del estrés, para conectar contigo mismo

2.- Organiza y prioriza.
La improvisación y la desorganización son los peores enemigos de la productividad. Establece 2-3 tareas que tú y solo tú puedes hacer y encárgate de ellas. Las demás, delégalas

3.- Haz ejercicio.
No tienes que convertirte en un obsesivo del gimnasio, ni contratar un entrenador personal. Con 15 minutos es suficiente, siempre y cuando seas constante. La clave es la perseverancia

4.- Aliméntate bien.
Una rutina de ejercicio sin el complemento de la alimentación adecuada no dará resultados. Tu cuerpo y tu salud lo agradecerán. Recuerda la vieja premisa de “mente sana en cuerpo sano”

5.- Reflexiona.
O medita, lo que prefieras. No permitas que el ritmo de la rutina te consuma y te lleve a actuar como un autómata. La mente funciona mejor si está en calma, si dominas tus pensamientos

6.- Haz lo que te gusta.
Facundo Cabral solía decir que “Si no haces lo que amas (si no amas lo que haces), aunque lo hagas todo el tiempo serás un desocupado”. No olvides que “la vida es un ratico” (Juanes)

7.- Rompe el molde.
No tienes que esperar a que llegue el fin de semana para disfrutar de lo que te gusta, para pasar tiempo con los que amas. Haz algo que te desconecte al ciento por ciento

8.- Vive la vida.
No permitas que el trabajo sea toda tu vida. Si lo haces, lo lamentarás. Pasa tiempo de calidad con tu familia, con tus amigos y, sobre todo, contigo mismo. La soledad es buena compañía

9.- Rodéate bien.
Hay muchas personas que pueden ayudarte, así como muchas otras que pueden acompañarte en este viaje. Si eliges ir solo, en algún momento te frenarás. Elige bien de quién te rodeas

10.- Se vale equivocarse.
Olvídate de las benditas (malditas) expectativas y acepta la vida como es. Te equivocarás, quieras o no, intentes evitarlo o no, así que no te obsesiones con esto (o lo lamentarás) No se trata de trabajar más, sino de trabajar mejor. De administrar tu tiempo, tus recursos, tus energías. Y, de manera especial, de no sobrepasar tus límites porque puede ocurrirte lo mismo que al motor del Fórmula Uno: te fundes. Utiliza las pausas activas (10-15 minutos cada 90 minutos): esta estrategia te permitirá lograr mejores resultados sin un mayor esfuerzo.

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